Si, como dice Lacan en Lituraterre ""entre centro y ausencia, entre saber y goce, hay litoral"", el sujeto se escribe precisamente en esa brecha, trazo -valga decir camino, en tanto ausencia radical-, que separa uno y otro. Entonces el sujeto consiste en este agujero esencial. Escribir, pues, nos dice en su decir Miguel Ángel Yusta, ya no es meramente transcribir palabras, sino lo que aparece en el espacio diáfano de una ausencia radical. Y el poemario que le invitamos a leer, su resultado. Entonces el camino es un intento posible de saber sobre esta pérdida radical (agujero, huella, camino). Litoral imposible de franquear allende del cual se extiende el goce mortífero. La escritura no es, pues, sino los modos de transitar este camino, de enfrentar el dolor de la pérdida, y la imposibilidad de franquear los límites. Modos posibles de la relación sexual.
El camino de tu nombre entonces es el resultado de un viaje a través de estas marcas (el beneficio que se extrae de un viaje, no es principalmente que se ve, al regreso, lo que es familiar con otros ojos, sino al contrario); pero también el modo posible de nombrar una ausencia radical, brecha que deviene bisagra entre el goce y el amor, entre la vida y la muerte